miércoles, 9 de diciembre de 2009

Y no vayan a creer...

que sangro por la herida porque me plantaron en el altar y detesto la compañía... de hecho soy bastante dependiente de mis afectos (y espero, entonces, no resultarles un fiasco).
Resulta que lo que quiero es rescatar los momentos de soledad como algunos de los preferidos, creativos, placenteros.
Después de un año de reacomodar sentimientos y compañía ("house cleaning") descubrí que permanecer hasta la madrugada desvelada esperando el resultado de un programa pasatista y desafortunado, no me convierte en la persona que quiero ser, como tampoco lo hace una mesa enorme llena de mujeres despellejando a las ausentes o la queja constante y repentina del "palacio de justicia" (por decirle de alguna manera a la mole de hierro y mármol erguida en pellegrini y moreno), que se resquebraja por dentro o el comentario desalentador de un taxista cansado de vivir.
Quiero ser alguien que puede sentarse consigo misma a tomar un café y no se muere de aburrimiento o de vergüenza. Estoy tratando de volver a gustarme, como cuando era chica que me fascinaba jugar conmigo e inventar historias.
No quiero aturdirme con la voz del otro simplemente para no escucharme más.
Quiero divertirme conmigo misma e invitarlos a uds. cuando se arme la fiesta.
Digamos que volví al centro, a la aldea del fondo de mi ser y desde ahí les hablo.
Y no vayan a decir que no se los advertí.

1 comentario:

  1. muy lindo!!! pero a veces que díficil se hace encontrar el momento con dos duendecillos dando vuelta.
    Un próximo titulo podría ser ma perché e arraviato?
    saluti
    Javi

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