Hoy descubrí el talento creativo de una amiga...
Yo ignorante, pensándola alienada con un trabajo digno pero con la sola vocación de subsistencia, la descubrí entre telas y diseños, mostrándonos su vestido, estoica.
Siento orgullo por ella y desilusión por no saber más de ella.
No haber compartido sus viejos dolores, no haber secado sus lágrimas.
Hoy siento que subestimé la amistad, la tomé a la ligera pensando que los lazos son inquebrantables, no susceptibles... impolutos.
Amistades pensadas desde una foto feliz de una adolescencia colmada de liviandades.
No conozco sus verdaderos miedos, no conocen mis rincones.
Compartimos tapas de revista, zapatos y otras cosas y casi nunca nos lavamos nuestros trapitos mas deshilachados... no nos animamos.
Y así la torre no cayó con los peores sismos a los que escapamos como chiquillas de un monstruo, sino con lo más básico como es el respeto.
No supimos respetarnos y hoy estamos lejos...
Desde acá, las extraño, pero ya no con las ganas de "te canasta" sino con la inquietud de volver a conocerlas y verlas desde su humanidad, desde su espíritu, desde el centro y no desde la cáscara.
Siento cierta vergüenza, decía, al admitir que no conozco a mis amigas pero al menos puedo pararme en ese punto de partida y sentir curiosidad por saber -realmente- de ellas.
Ya no quiero discutir de pequeñas miserias mundanas sino considerarlas, escucharlas, sonreírles... brindarles lo que pueda y no prometerles lo imposible.
Ni "para siempres", ni incondicionales... buenas amigas, o solo amigas.
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