sábado, 6 de febrero de 2010

Jazz

A veces dormida, a veces despierta...
Tengo recurrentes sueños de otra época, otros colores.
Aromas y olores parecidos a una ciudad que amanece con su cemento helado desperezándose en un bostezo de vapor a la vera del incipiente sol mañanero, dominguero.
Las campanas de una iglesia anónima, convocantes e intrépidas, interrumpen el silencio temprano del pueblo, alborotando a palomas y gorriones que vagan por la plaza desorientados y hambrientos.
Manos gentiles y desprendidas repartiendo caricias, regalándole dignidad a Juan, el mendigo.
Trompetas en éxtasis que transportan en el tiempo a mujeres de uñas incadescentes, labios carmesí y cabellos castaños - ceniza.
Hombres impecables, atentos, sensuales y pendencieros concediéndoles abrigo a las damas que acompañan con tacones de charol y vestidos ceñidos al cuerpo.

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