Hacía bastante tiempo que no me conectaba al programita revolucionario de chateo, de noche... casi, casi que me había olvidado la mística que tiene encontrarse con ese grupo anónimo de desconocidos noctámbulos que se prestan a ser compinches regalando frases graciosas o glamorosas, jugando a ser esa persona que tan vez somos, en el fondo -en parte al menos- pero nunca, jamás a las 8 de la mañana.
Con la magia del croar de una rana y el silbido de un grillito... con la frescura del rocío o el placer de un pucho fumado -cerveza en mano- en verano, en la terraza de tus viejos, presumiendo un fresco inexistente...
Así como cuando te encontrás con un amigo en el medio del caos de cemento y estrés, y los dos tienen tiempo para un café, alejados del mundo por media hora, desahogando las penas en una jarrita mitad y mitad... tal como la mística de charlar con una vecina en el palier, prendiendo las luces cada 30 segundos, resguardando la intimidad que se interrumpiría de inmediato "haciéndola pasar".
Así, intercalo estas líneas con algunas de los diálogos abiertos... enterándome las bondades del novio de tal o el percance diario de cual. Festejando logros o enjuagando lágrimas virtuales... parafraseando a célebres actores con guiones memorable...
Que haga lo que sienta... la dieta me pesa... lo voy a mandar a cagar... es un dulce de leche... no sabés lo que me dijo... tomátelo con calma... llamame por tel que es largo de explicar... aguantame que estoy chateando con él... me dijo que me extraña... no se conecta más... hace mil no sabía de vos, qué es de tu vida?... dale un ultimatum y ponete firme... quedamos así... avisame cuando salgas... te espero... no te desconectes, please, que me siento sola... gracias por el aguante...
Todos solos y, sin embargo, juntos en el universo.
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