miércoles, 28 de diciembre de 2011

MENOS TEORÍA Y "GOOD SHOW!"

Es casi una especie de “rum rum” subyacente a los ruidos de la ciudad, o una leyenda urbana, profecía o como quieran llamarlo: eso que se repite y salta de boca en boca inescrupuloso, eso de que se avecinan tiempos en los que sólo sobrevivirán los espíritus elevados, seres superiores de verdad. Así, dicen “los que saben” que más allá de la riqueza material que se ostente sólo se salvarán aquellos que logren “elevarse”.
El planteo es “masomenos” ese y las interpretaciones son muchísimas y confusas así que me propuse hoy lunes –no sé por qué, casi accidentalmente diría- mantenerme lúcida y simple al respecto (mamma mía, en qué me he metido!)
Una persona como yo y como miles más, que se levanta a la mañana temprano, sale al mundo para procurarse los recursos “masomenos” básicos –corrijo y digo que con una visión que escapa del ombligo son mucho más que básicos aunque no de grandes lujos- y en ese contexto tiene familia, afectos, horarios, deberes, cuentas, peleas domésticas y un sin fin de cotidianeidades que succionan el tiempo y así pasan los días, las semanas, los meses; todos ellos en fila india hasta el “gran final” que por una cuestión de costumbre mental más que de realidad se ve lejos, muy lejos, allá en el monte de los cabellos plateados y un par de mocosos llamados nietos revolucionando la escala de prioridades y modales.
Así y todo, trata de meditar, reflexionar, hacer “algo más” por ella y por el mundo; aportar “el grano de arena personal”. El tema es que todavía muchos no sabemos a ciencia cierta cuál es ese aporte que hace la diferencia.
Entonces, esa persona como vos o como yo, como puede, lee, se informa, trata de ver más anchamente, intenta no prejuzgar y lee, lee, lee.
Es de las personas que tienen varias casillas de mail y varios teléfonos y más: la comunicación casi permanente es parte de su vida, la información incesante también.
Aún cuando le rogó más de una vez a sus contactos que no le reenvíen estupideces masivas, le siguen llegando entre 15 y 20 mails por día en promedio, más el chat, los textos que le recomiendan en soporte papel y otras yerbas.
De esos mails que le llegan –confiesa- lee la mitad y borra sin mirar aquellos cuyos remitentes han desobedecido su pedido una y mil veces y están dentro de su categoría interna de “cibernautas compulsivos incurables”. Igual los sigue queriendo.
Los que lee, en general, tienen que ver con el tema que nos ocupa: “vivir mejor” “elevarse” “hacer la diferencia” y por qué no “salvarse”.
Una infinidad de mensajes entre inentendibles y esotéricos que en determinados momentos la enfurecen y en determinados otros le calan hondo como verdad absoluta entre verdades.
Hoy está harta. Como yo y como vos.
Quiere vivir más libre de conceptos, chirimbolos, pautas y mensajes: pintar la casa del color que le guste, que la vela que le prende a su santito cumplidor sea del color y aroma que tenga ganas en el momento en que le provoque hacerlo, que las cosas que la rodean sean aquellas que le encantan… libre completamente de pesares sobre la conciencia tales como que “ese color o esa ubicación son poco propicios para su bienestar”, “eso que hacés es superfluo”, “aquello que te compraste no es necesario”, “tomá mucha agua o las toxinas se apoderarán de tu cuerpo” “no te enfades ni insultes, respira” entre otras miles de “máximas” más…
¿CUANTO HAY QUE SABER??????? ¿CUANTO DATO HAY QUE INCORPORAR?????
Desmitifiquemos por favor: de la misma manera que no es cierto que la naturaleza SIEMPRE conecte con lo más sagrado del alma, esto es, no se baja abruptamente a la categoría de los que “no tienen posibilidades de ser salvados” porque el viento malhumore y despeine y/o el pasto húmedo incomode al punto de detestar sentarte sobre él. La vida al aire libre no cura todas las heridas de todos: cada cual sabrá cuál es su propio bálsamo. De la misma manera que cada cual sabe como no constiparse. Así de básico.
¿Acaso toda la información con la que contamos no son conceptos de personas que aún cuando fuera con la mejor voluntad del mundo teorizaron sobre su propio bienestar transformando sus cotidianeidades en reglas absolutas?
¿Por qué debemos seguir las huellas de tal o cual? ¿Acaso no es cierto que cada uno es único e irrepetible? ¿Eso no convierte el camino personal en único e irrepetible?
Si esas reglas fueran condición sine qua non para la “salvación” y/o “elevación”, acaso quien no tiene acceso a esa “vital” información y no conoce nada de lo que circula como palabra sagrada es a priori excluido de la lista de “sobrevivientes” para los tiempos que se avecinan.
Aquellos tatarabuelos que no sabía leer ni escribir y desconocían por completo esta masa de dato amorfa y demandante ¿no se salvaron? ¿no se elevaron? ¿pasaron por el mundo “sin pena ni gloria”?
Me resisto a ser tan soberbia y quiero decir con orgullo: no sé casi nada de nada. La mayoría de lo que leí o estudié gracias a mi caprichosa memoria flota en un limbo ininteligible al que no tengo acceso –voluntario al menos- y aún así creo que tengo la posibilidad concreta de hacer la diferencia y trascender. Igual que los tatarabuelos y que el croto de la esquina: todos en la misma línea de partida, con posibilidades aunque no certezas. Todo lo que comí, estudié o me abrigué no sirve para eso que pasa por otro lado. Por otro lado.
Tal vez a vos tampoco te sirva.

Entonces: Bull Shit! –creo que dicen los vecinos del país del norte; “Mierda – carajo” nuestra compatriota de los almuerzos famosos.
Es obvio que la solución es más simple y de la misma manera que eso que en definitiva todos buscamos no se canjea por dinero ni poder tampoco por conocimiento ni información.
LES Y ME PROPONGO: DEJEMOS DE TEORIZAR Y VIVAMOS VIVIENDO, PROBANDO, INTENTANDO.
He dicho.

3 comentarios: